jueves, 17 de febrero de 2011

VIENTO DE OTOÑO

Arremete.
Da como miedo escucharlo.
Truenan las ramas de los álamos que porfían pero se doblan.
De pronto se ha ido.
Se oye hasta el suspiro de los amantes.
Una calma como de muerte cubre el valle.
Alguien tumba un árbol.
¿Sentirá miedo también?
Así como se ha ido regresa,
sin aviso ni preámbulos.
Arremete.
Da como miedo escucharlo.
Truenan las ramas de los álamos que porfían pero se doblan.
Y de pronto se ha ido...
MARIO A. ALONSO

SIN SABER QUIEN SOY

Y oscura se vino la noche que duró muchos años.
En medio de la penumbra alguien robó mi rostro y el cuerpo; no el mío propio, se llevaron para ocultar las caras y cuerpos de la historia de los míos, y por propia decisión de quienes apagaron la luz de la libertad por acá camino todavía, sin rostro, sin cuerpo, sin saber quién soy.
MARIO A. ALONSO



HAMBRE

Ni ayer, ni hoy y tampoco mañana.
Ni papas, ni puchero, ni zapallos, ni nada.
Agua, sal y huesos secos,
ni fideos, ni arroz.
Nada que deshaga el nudo agarrotado
en medio de aquellas panzas.
Hacen ruido los vientres apretados.
Gritan a todos -¡ey... acá estoy!
...y nadie que escuche el rumor del hambre avejentada.
Ni ayer, ni hoy y tampoco mañana.
Ni papas, ni puchero, ni zapallos, ni nada.
Agua, sal y huesos secos,
ni fideos, ni arroz,
y tampoco mañana.

MARIO A. ALONSO

HAMBRE EN ARGENTINA - PUEBLOS ORIGINARIOS


PRIMER DIA

1 En el principio creó Dios los cielos y la tierra.
2 Y la tierra estaba sin orden y vacía. Había tinieblas sobre la faz del océano, y el Espíritu de Dios se movía sobre la faz de las aguas.
3 Entonces dijo Dios: "Sea la luz", y fue la luz. 
4 Dios vio que la luz era buena, y separó Dios la luz de las tinieblas. 
5 Dios llamó a la luz Día, y a las tinieblas llamó Noche. 
Y fue la tarde y fue la mañana del primer día.

Así echo a andar, a tientas, sin saber muy bien porque vengo hasta este lugar, mezcla de nada y creación a dejar mis pensamientos, mis sentimientos, a desnudar el alma.

Escribo sentado al pié de los primeros cerros que como centinelas gigantes custodian la Cordillera del Viento, en este jueves único, irrepetible 17 de febrero del año de mis cuarenta y seis, justo a la hora en que el sol comienza a morir la tarde en el norte de nuestra Patagonia, que cada vez es menos nuestra y mas de algunos gringos.
Espero encontrarte y compartirnos.