jueves, 8 de marzo de 2012

DE NOCHES Y DE LUNA

DE NOCHES Y DE LUNA
Mario A. Alonso
Acabo bebiéndome la noche y el vino; me falta la luna que sin previo aviso decidió ocultarse tras la falda aún encendida de las montañas del oeste.
A través de la ventana titila un puñadito de estrellas, festejan las piruetas suicidas de dos murciélagos que actúan rozando el cristal en busca del premio a su audacia voladora, algún insecto nutriente que les provea el sustento.
El recuerdo de aquel rostro con sus ojos y sus labios ha vuelto a cruzar el umbral invisible del recuerdo, a construir su inexpugnable fortaleza justo frente a la nostalgia.
Ahí acomodó el crucigrama de su figura, como cada tanto regresa a echar en cara con cada sorbo nuevo, que el sabor del vino no es éste que ahora ocupa toda mi boca, sino el de aquellas noches compartidas.
Inmóvil de cara a uno de los pequeños cristales de la ventana presiento en silencio la luna agazapada, distingue mis emociones que filtran los resquicios pedregosos de la cordillera.
Ella, la luna, nos recuerda; parece que sonríe.