lunes, 12 de marzo de 2012

PRINCIPIO DE OLVIDO

PRINCIPIO DE OLVIDO             Mario A. Alonso
Como a un año de aquí comenzaron a caerse sus recuerdos.
Cada tanto, alguno rodaba la cuesta de suave lana e iba a caer por un agujero del morral.
Al principio iba levantándolos; cuando escuchaba el inconfundible sonido de un recuerdo al golpearse contra el piso, volvía atrás sus pasos y lo alzaba, regresaba a depositarlo en su sitio y seguía caminando.
De vuelta en casa cosía con esmero cada hoyo nuevo con el fin de no perderlos más.
Aquellos sutiles fragmentos de imágenes, palabras y sensaciones mantenían viva su presencia; le gustaba saborearlos cada tanto.
A pesar de la lana nueva, tanto remiendo y costura hicieron de aquella alforja una bolsa que ya no se parece a nada, y nada indica el origen de los agujeros.
El otoño se insinúa cálido en los valles del oeste, mancha las colinas y los bosques de infinitos amarillos, marrones y grises.
Con la estación mudan los colores y también los sonidos.
Las hojas que caen a abonar la tierra, el viento y los pájaros dejan de vibrar en aquella nota radiante para cambiar de afinación y apagarse un poco.
Los recuerdos que caen de los morrales también suenan diferente, también se van apagando.
Camina aliviado las primeras horas de este otoño prematuro.
Los recuerdos se le han estado perdiendo, apagado su sonido en medio de la mustia hojarasca.
No ha pegado más remiendos al viejo zurrón.