domingo, 11 de septiembre de 2011

Atentados 9/11: un refugiado en la Argentina y cosas que nunca se explicaron


Capital Federal (Agencia Paco Urondo, en Télam) Por Horacio Raña

No es difícil entender que Sonnenfeld, la única persona en tener imágenes de casi todo lo que había sucedido en el Ground Zero, se transformó en una molestia para el gobierno de George W. Bush. Comenzaron las amenazas y las violaciones domiciliarias hasta que llegó el infortunado hecho del suicidio de Nancy, su primera esposa.
Pocos saben que el 11-S hubo un tercer edificio que se desmoronó en el complejo del World Trade Center sin que un avión lo haya raspado siquiera, o que las cuatro cajas negras de los aviones se "evaporaron" mientras que cubiertas de las ruedas resistieron el fuego. Son muchas las cosas que no tuvieron explicación oficial.
Estos llamados de atención sobre cabos sueltos -y muchos más- no provienen de una de las tantas películas que se hicieron sobre los atentados, sino de un ex funcionario estadounidense, Kurt Sonnenfeld, única persona autorizada a tomar imágenes del lugar para facilitarles a las cadenas televisivas y al FBI y que terminó perseguido, torturado y con pedido de refugio en la Argentina.
Sonnenfeld trabajaba desde hacía casi una década para la FEMA (Federal Emergency Managment Agency), el organismo encargado de intervenir en desastres naturales y no naturales que por su magnitud exceden la capacidad del estado en el que suceden. Esa mañana estaba durmiendo en su casa de Colorado, cuando recibió el llamado de su jefe, JoeAllbaugh, para que encienda el televisor.
"Ahí vi la Torre Norte con el humo saliendo y la CNN diciendo que `un pequeño avión` se había estrellado", relató Sonnelfeld a Télam en la casa de Barracas donde vive con su esposa Paula y sus mellizas Natasha y Scarlett, las tres argentinas.
"Mi jefe me dijo que tenía que ir a Nueva York porque FEMA estaba involucrada, algo que me pareció anormal sólo porque un avión pequeño se estrellara contra un edificio. Cuando le pregunté la razón, me respondió: `Estamos siendo atacados`. De alguna manera se adelantó a lo que vendría", agregó el ex agente.
Para tener una idea, la FEMA estaba involucrada en los hechos antes de saber si se trataba de atentados, mientras que para un desastre de la magnitud del huracán Katrina tardó 10 días en hacerlo. Pero no fue la única cosa extraña que vio y averiguó Sonnenfeld en su condición de “camarógrafo exclusivo” en el Ground Zero.
Por ejemplo, que en las semanas previas a los ataques hubo evacuaciones inusuales e inesperadas de ambas torres o que cientos de agentes del gobierno estaban posicionados en Nueva York el día 10, preparando un "simulacro de ataque terrorista" que casualmente se llevaría a cabo el día 12 y que oficiales de FEMA habían instalado a su base de operaciones cerca del WorldTrade Center.
"Lo que me sorprendió al llegar al lugar -recuerda Sonnelfeld- fue que la escena del crimen estaba contaminada por la presencia de enormes camiones. Estructuras metálicas, vigas de acero y material similar fueron retirados para ser rápidamente vendidos a China para su fundición como chatarra".
"Al día de hoy -sostuvo- prominentes científicos y estudiosos aún lamentan la perdida de tan vital evidencia".
Poco a poco las cosas comenzaron a reflejarse con mayor extrañeza, sobre todo para un experto como Sonnenfeld. "Tengo fotos de contenedores del FBI en los que hay piezas rescatadas de los aviones como la cubierta de una rueda, butacas, fuselajes y otras partes que, siendo muy sensibles al fuego, sobrevivieron".
"Sin embargo -agregó- ninguna de las cuatro cajas negras de los aviones apareció jamás a pesar de estar construidas de un material que sobrevive a casi todo. Las autoridades pusieron como excusa que las altas temperaturas las habían desintegrado. La versión oficial explica en su informe que se `evaporaron`, lo que no es creíble".
Otra cosa "rara" y de la que pocos hablaron, fue la caída del edificio 7.
"Al lado de la Torre Sur estaba el edificio 6 que resultó con daños pero se mantuvo en pie, pese al colpaso de algunos pisos. Luego, a considerable distancia, estaba el 7, al que no le pasó ni cerca un avión y sin embargo, nueve horas después de los ataques, se vino abajo como las Torres en tan sólo 6,5 segundos"
"La versión oficial es que fue producto del calor del fuego. Sin embargo yo tomé imágenes en donde se ve el edificio entero con tan sólo un par de focos de incendio que jamás pudieron causar su destrucción”, precisó. El subsuelo del edificio 6 era una gran área de seguridad para todas esas oficinas gubernamentales y funcionaba como una bóveda para guardar documentos secretos y evidencias de los organismos de seguridad y del gobierno de Estados Unidos.


Respecto al edificio 6, allí funcionaba la Casa de Aduana y había oficinas del servicio secreto, el FBI y el ATF (Departamento de Alcohol, Tabaco, Armas de Fuego y Explosivos) y de Inteligencia.
La versión oficial fue que todos esos documentos y evidencias fueron destruidos por el fuego y los derrumbes. "Sin embargo -relata Sonnenfeld- entre los escombros yo llegué hasta esa bóveda y pude ver que estaba vacía. ¿Qué sucedió? ¿Habían sacado todo del lugar antes de los atentados, previendo lo que iba a pasar?".
Incluso más: seis meses después, en lo que consideró una "puesta en escena" para los medios, se anunció que habían desbaratado una gran banda de narcotraficantes y lavadores de dinero utilizando evidencia milagrosamente recuperada del edificio 6.
Fue detenido y torturado y acusado de homicidio. Todo cayó por el propio peso de las pruebas, pero la situación se había tornado insostenible. El ofrecimiento de venir a la Argentina a vivir en un departamento de un conocido en San Bernardo fue la salida, aunque sólo por un tiempo.
Poco antes del 11 de septiembre de 2004 fue detenido en su casa de Barracas en un aparatoso operativo de Interpol por un pedido de extradición de Estados Unidos que había reflotado la acusación de homicidio contra su esposa. Estuvo preso siete meses en Devoto.
El juez Daniel Rafecas rechazó dos veces el pedido de extradición, y ante las apelaciones de Estados Unidos, fue la propia Corte Suprema la que en un hecho sin precedentes decidió suspender el proceso.
Si lograra extraditarlo, Estados Unidos podría aplicarle hasta la pena de muerte, razón por la cual Sonnenfeld solicitó el estatus de refugiado y el gobierno argentino se lo otorgó, aunque por el momento de modo transitorio.
"Mi situación está en manos de la CONARE (Comisión Nacional para Refugiados), y es la que debe resolverla. La figura que me otorgaron como amparo es `peticionante de refugio` que se va renovando periódicamente. Pero es como estar con un pie descalzo", grafica Sonnenfeld con una preocupación que no precisa de interpretación alguna.