EN SUEÑOS
Mario A. Alonso
Cada noche cerraba los ojos y así
acortaba todas las distancias.
Llegaba hasta su casa, la de ella, y como
un aliento se escurría por la ventana del cuarto sin que nadie lo advirtiera.
Ella soñaba que él llegaba y en sueños
sonreía.
El deslizaba su cuerpo impalpable entre
los pliegues de las telas hasta sentir la misma calidez de aquella piel que
antes conociera.
A salvo del mundo tangible resbalaba en
los toboganes de cada curva del cuerpo deseado.
La abrazaba discretamente y así, enredado
en aquel cuerpo, como cada noche dormía mezclado en los perfumes de la piel
morena.
Cuando desde el este los primeros rayos
de sol corrían el perforado manto de la noche, antes de que la luz violara
aquel espacio, despertaba, y su imagen, la de ella, volvía a llenarle el alma.