viernes, 20 de enero de 2012

SOMETIDOS

SOMETIDOS
Mario A. Alonso

En el mundo, en los países en vías de desarrollo, hay más de ciento cincuenta millones de niños desnutridos menores de cinco años.
En 2007 murieron más de nueve millones de esos niños antes de cumplir esa edad.

Son tres o cuatro, vagan apiñados con sus perros y unas moscas que eligieron como territorio sus labios marchitos.
Negros como sus ancestros, prisioneros de los mismos males. Condenados al abuso.
Las cabezas, brazos y ojos no armonizan con los vientres hinchados de hambre; no parecen pertenecer a aquellos cuerpos.
Demasiado pequeños los unos, demasiado flacos o largos o abultados los otros.
Ojos flacos de tristeza, brazos descarnados de hambre.
Pagan  la culpa de haber nacido en el continente donde brotó el primer hombre, que en realidad entiendo fue una mujer.
En África la mirada de los niños se parecen a la de los perros flacos que los acompañan.
Los niños tienen por costumbre mirar directo a los ojos, sin ambages. Miran y extienden las manos a modo de solicitud.
En otras calles, otros iguales, iguales de flacos e igualmente morenos hunden las  cabezas en la basura de las casas y las fondas.
Los perros y las moscas les compiten por un poco de nuestras sobras.
El esqueleto cubierto por retazos marchitos de piel morena, los ojos vencidos, los labios resecos y los insectos fastidiosos que vagan por las bocas impávidas, siempre abiertas.
Demasiado pequeños, todos unidos por las cadenas de la opresión.
El impulso de mirarse en aquellos ojos de azabache es inevitable.
Todos comparten el color, no he visto blancos hambrientos en África, allá los hijos de la tierra reclaman indulgencia a los blancos desde que los sojuzgaron.
Los negros africanos padecen los mismos males que los nativos americanos o los indios asiáticos y comparten el mismo amo.
El método de sometimiento se aplicó en inglés. francés o castellano, borrando la cosmovisión y la cultura, imponiendo una nueva lengua, quemando los libros sagrados, sepultando bajo las iglesias y catedrales los centros de oración.
El oro del Perú o los diamantes del Congo acabaron en los anillos del conquistador y en las bóvedas de los bancos europeos o norteamericanos.
El nombre científico del germen que los enferma es capitalismo y opresión, y a pesar del paso de los años no hemos sido capaces de encontrar remedio que alivie las diferencias.