jueves, 19 de enero de 2012

VUELOS


VUELOS
Mario A. Alonso

Allí sentado, bañándose los ojos en una mirada que alguna vez fue su espejo, aquel hombre supo que ya no volvería a besarla.
Guardo los deseos y el beso murió mucho antes de nacer.
Imaginó su propia boca reseca de besos y comenzó a morir un poco.
Durante un minuto fugaz tomó entre las suyas las manos frágiles que resbalaron hasta el regazo.

Siguió hundiéndose en la bruna espesura del iris; luego se alejó languideciendo.

Construyó un santuario de remembranzas en homenaje a caricias pasadas y durante un tiempo cultivó las flores del desvarío al borde de un abismo.
Con dificultad trepó a lo más alto de la ermita.
Saltó al vacío
Aprendió a volar.