jueves, 27 de septiembre de 2012

ATARDECER (FLORES AL ATARDECER)

ATARDECER (FLORES AL ATARDECER) 
Mario A. Alonso 


Alabado atardecer 
arrastra notas difusas
pupilas dilatadas
estrechas franjas minúsculas  
entre ceja y cejarayo desprolijo
filtra violento el policromo cristal
lastimando la invisible membrana
inoportuno minuto, impertinente
interrumpe el vuelo
que invariablemente reinicia.

martes, 25 de septiembre de 2012

A Alejandra Pizarnik


A Alejandra Pizarnik 
Mario A. Alonso 

La oscuridad,
el dolor insoportable,
la pena que lastima
y no puede sanarse.
La impotencia de gritarle
a quien deseo que oiga
y no lo hace,
o acaso así lo creo.
La capacidad poética
de poder mostrar al fantoche
que de puntas camina
la maroma suspendida
en lo más alto
del abismo de la vida.
El deseo irresistible
que me empuja corriendo
a ponerle una red
que sostenga la caída,
todo eso me atrae de Alejandra,
y el fantasma traidor
de mi instinto suicida.
…a 40 años de haber decidido emprender la retirada

LA ENAMORADA


LA ENAMORADA
Alejandra Pizarnik
de "La última inocencia", 1956 

Esta lúgubre manía de vivir 
esta recóndita humorada de vivir 
te arrastra alejandra no lo niegues. 

hoy te miraste en el espejo 
y te fue triste estabas sola 
la luz rugía el aire cantaba 
pero tu amado no volvió 

enviarás mensajes sonreirás 
tremolarás tus manos así volverá 
tu amado tan amado 

oyes la demente sirena que lo robó 
el barco con barbas de espuma 
donde murieron las risas 
recuerdas el último abrazo 
oh nada de angustias 
ríe en el pañuelo llora a carcajadas 
pero cierra las puertas de tu rostro 
para que no digan luego 
que aquella mujer enamorada fuiste tú 

te remuerden los días 
te culpan las noches 
te duele la vida tanto tanto 
desesperada ¿adónde vas? 
desesperada ¡nada más! 

jueves, 13 de septiembre de 2012

ESPERE


ESPERE

Mario A. Alonso

Permanecí esta noche en vigilia acechando tu llegada.
Con la marcha incontenible de las horas fui a buscarte, en alguna foto vieja, en un verso, asomado en unas sombras que a veces, vistas de costado suelen asustarme.
Me acompañó el vino que es un buen compañero por las noches y un déspota injusto por las mañanas.
Me quedé porque puedo seguir soñando que quizá, en algún lapso de sinrazón, el timbre virtual de mi llamado tintineara en tu oído, y atendieses mi llamado.
Nada de eso paso, al menos hasta ahora en que la madrugada le ha ganado a la noche y el sueño hace rato inició el combate con mis ganas de escribir.
Empezó a ganarme el desconsuelo, hasta que advertí que habías aquí estado, en una foto vieja, en muchos versos y asomado a las sombras que no pudieron asustarme, entonces emprendí el camino hacia el mañana.

viernes, 7 de septiembre de 2012

HE AMADO - Mario A. Alonso


HE AMADO
Mario A. Alonso

He amado en silencio,
gritado a voz en cuello,
callado temeroso
en las noches de invierno.
Y en verano
he vuelto a gritar.
Nadie acierta,
ni ellas, ni vos, ni nadie
¿será el grito una jerga inescrutable?
¿o no adivinas como te amo en esta tarde?

Vamos a caminar unidos


Vamos a caminar unidos

Mario A. Alonso



Vamos a caminar unidos
no de la mano,
no quiero impedirte elegir tu camino.
Vamos a resolver un mundo para todos.
Marchemos a la par en tanto se pueda,
y cuando la senda se torne complicada
elijamos otros rumbos,
senderos del mismo color,
aquellos que sepamos que se unen
más allá del horizonte ordinario,
del que notan los comunes.
Cuando me encuentres
sabrás reconocerme.
El polvo de mis zapatos
y el de mis ojos
será idéntico al de los tuyos.
Cuando te veas en mi mirada
podrás distinguir que vengo del mismo sino.
Pero no te pares, marchemos,
no hay nada mas rufián que detenerse.

miércoles, 5 de septiembre de 2012

A MÍ - Oliverio Girondo



A MÍ
Oliverio Girondo

Los más oscuros estremecimientos a mí
entre las extremidades de la noche
los abandonos que crepitan
cuanto vino a mí acompañado
por los espejismos del deseo
lo enteramente terso en la penumbra
las crecidas menores ya con luna
aunque el ensueño ulule entre mandíbulas transitorias
las teclas que nos tocan hasta el hueso del grito
los caminos perdidos que se encuentran
bajo el follaje del llanto de la tierra
la esperanza que espera los trámites del trance
por mucho que se apoye en las coyunturas de lo fortuito
a mí a mí la plena íntegra bella a mí hórrida vida

ALGO ASI - Mario A. Alonso

ALGO ASI 
Mario A. Alonso

Llorón
mozo zanguango
mordaz púber pajero
caminante de pueblo
viajero sin destino
desatinado adolescente distraído
inmaduro mordaz inclemente
amante acaparador de luces
probador de cosas prohibidas
insurrecto provocador
peatón desolado
absorto
distraído vagabundo
porfiado del destino
macho maricón
frágil organismo
inquieto peregrino
mortal navegante
de océanos incógnitos
conquistador de terrenos que laceran
plañidero enajenado
convidado de tanta alma
ebrio, nómada
apasionado.

Descanso


Descanso
Mario A. Alonso

Clara, casi transparente,
cayó una gota de luna
sobre la tierra yerma.
Así, como al descuido,
sacudió el polvo la lágrima.
Consiguió romper el suelo
para brindar espacio
a una laguna de plata.
En lo profundo
reposa la nostalgia.

Porque


PORQUE
Mario A. Alonso

Porque no quiero que me aplaste la noche
porque no tengo sueños en mente
porque por un momento volvió tu imagen
porque tengo buen vino
porque por algún resquicio asoma un amigo
porque me dieron ganas de ser inmaduro
porque me hastía tener más de cuarenta
porque no quiero que se note
porque fui muchísimo más feliz cuando joven
porque no debo responder a nadie por mi irresponsabilidad
porque quiero llevar el lastre lo más liviano posible
porque a veces mi rebeldía es así de pobre
porque quería estar solo
porque tenía ganas de tomar vino conmigo mismo
porque a veces logro que todo me chupe un huevo
porque quizá mañana me arrepienta
porque me queda menos de la mitad de mi tiempo cronológico para hacer lo que quiera
porque si
porque amo el vértigo que aturde
porque quiero
por eso estoy aquí a esta hora
en que hasta los duendes 
han conciliado el sueño.

lunes, 3 de septiembre de 2012

Los zapatistas y las manzanas - Subcomandante Insurgente Marcos


Los zapatistas y las manzanas
Subcomandante Insurgente Marcos


Dice Durito que la vida es como una manzana.

Y dice también que hay quienes la comen verde, quienes la comen podrida y quienes la comen madura.

Dice durito que hay algunos, muy pocos, quines pueden elegir cómo se comen la manzana: si en un hermoso arreglo frutal, en puré, en uno de esos odiosos (para Durito) refrescos de manzana, en jugo, en pastel, en galletas, o en lo que dicte la gastronomía.

Dice durito que los pueblos indios se ven obligados a comer la manzana podrida y que a los jóvenes les imponen la digestión de la manzana verde, que a los niños les prometen una hermosa manzana mientras se las envenenan con los gusanos de la mentira, y a las mujeres les dicen que les dan una manzana y sólo les dan media naranja.

Dice Durito que la vida es como una manzana.

Y dice también que un zapatista, cuando está frente a una manzana, le saca filo a la madrugada y parte la manzana, con certero golpe, por la mitad.

Dice Durito que el zapatista no intenta comerse la manzana, que ni siquiera se fija si la manzana está madura, o podrida, o verde.

Dice Durito que, abierto el corazón de la manzana, el zapatista toma con mucho cuidado las semillas, va y ara un pedazo de tierra y las siembra.

Después, dice Durito, el zapatista riega la matita con sus lágrimas y sangre, y vela el crecimiento.

Dice Durito que el zapatista no verá el manzano florecer siquiera, ni mucho menos los frutos que dará.

Dice Durito que el zapatista sembró el manzano para que un día, cuando él no esté, alguien cualquiera pueda cortar una manzana madura y ser libre para decidir si se la come en un arreglo frutal, en puré, en jugo, en un pastel o en uno de esos odiosos (para Durito) refrescos de manzana.

Dice Durito que el problema de los zapatistas es ése, sembrar las semillas y velar su crecimiento. Dice Durito que el problema de los demás seres humanos es luchar para ser libres de elegir cómo se comen la manzana que vendrá.

Dice Durito que ahí está la diferencia entre los zapatistas y el resto de los seres humanos: Donde todos ven una manzana, el zapatista ve una semilla, va y prepara la tierra, siembra la semilla, la cuida.

Fuera de eso, dice Durito, los zapatistas somos como cualquier hijo de vecina. Si acaso más feos, dice Durito, mientras de reojo mira cómo me quito el pasamontañas.


Subcomandante Insurgente Marcos
Desde alguna madrugada del Siglo XXI





FELIZ CUMPLEAÑOS MAESTRO EDUARDO GALEANO


Una vez, leyendo una carta que el Subcomandante Marcos le escribía al Maestro Eduardo Galeano, concí el libro "Las Palabras Andantes", justo un párrafo que decía: "...Y porque se me ha quedado bailando en la cabeza una parte de su libro "Las palabras Andantes". 
Porque dice así: 
"¿Sabe callar la palabra cuando ya no se encuentra con el momento que la necesita ni con el lugar que la quiere?. Y la boca, ¿sabe morir?". 
Ventana sobre la palabra (VIII), p.262. " - Subcomandante Insurgente Marcos.
Me fui corriendo a comprar el libro que devoré en pocas horas y aproveché para comprar también el"Libro de los Abrazos" y regalárselo a alguien que espero, finalmente, lo haya leído.

Hoy es el cumpleaños del Maestro Eduardo Galeano y lo recuerdo desde aquella carta que un 2 de mayo de 1995 le escribía otro Maestro de la literatura, que la lucha zapatista le dió el nombre de "Marcos":
¡¡FELIZ CUMPLEAÑOS POETA!!
He aqui la carta completa:





Ejército Zapatista de Liberación Nacional México
2 de mayo de 1995
A: Eduardo Galeano.
Montevideo, Uruguay.
De: Subcomandante Insurgente Marcos
Montañas del Sureste Mexicano. Chiapas, México.


Señor Galeano:

Le escribo porque... porque me dieron ganas de escribirle. Porque ya pasó el día del niño acá en México y se me ocurre que a usted le puedo platicar lo que acá pasa, en un día del niño, en medio de una guerra sorda. Le escribo porque no tengo ninguna razón para hacerlo y, entonces, puedo así contarle lo que pasa o lo que me viene a la cabeza, sin la preocupación de que no se me vaya a olvidar el motivo de la carta. Porque sí, pues.
También porque perdí el libro que me regaló y porque ese ratón cambista que suele ser el destino (?) ha repuesto el libro perdido con otro libro. Y porque se me ha quedado bailando en la cabeza una parte de su libro Las palabras andantes .
Porque dice así:
"¿Sabe callar la palabra cuando ya no se encuentra con el momento que la necesita ni con el lugar que la quiere?. Y la boca, ¿sabe morir?" .
Ventana sobre la palabra (VIII), p.262.
Y entonces yo me he recostado para pensar y fumar. Es de madrugada y como almohada tengo un fusil (bueno, en realidad no es un fusil, es una carabina que fue de un policía hasta enero de 1994. Antes servía para matar indígenas, ahora sirve para que no los maten). Con las botas puestas y la pistola recostada a un lado, cerca de la mano, pienso y fumo. Afuera, alrededor de humo y pensamientos, mayo se engaña a sí mismo fingiendo que es junio y hay ahora una tormenta de lluvia, rayos y truenos que logró lo que parecía imposible: callar a los grillos.
Pero yo no estoy pensando en la lluvia, no estoy tratando de adivinar cuál de los relámpagos que está por rasguñar la tela de la noche será el de la muerte, ni siquiera me preocupa que el techito de nylon que cubre mi estancia es demasiado pequeño y se moja la orilla del camastro (¡Ah! Porque resulta que me hice una camita de ramas y horcones, amarrados con bejucos. Lo hice porque la uso de escritorio, bodega y, a veces, para dormir. En la hamaca no me acomodo o me acomodo demasiado, me quedo muy dormido y el sueño profundo es un lujo que, acá, se puede pagar muy caro. En la cama de varillas de palo se está lo suficientemente incómodo como para que el sueño sea apenas un pestañazo).
No, no me preocupan ni la noche, ni la lluvia, ni los truenos. Me preocupa eso de "¿Sabe callar la palabra cuando ya no se encuentra con el momento que la necesita ni con el lugar que la quiere? Y la boca, ¿sabe morir?" . El libro me lo mandó la Ana María , una indígena tzotzil que tiene el grado de mayor de infantería en nuestro ejército. Alguien se lo mandó a ella y ella me lo mandó a mí, sin saber que yo perdí un libro de usted y este libro repone el libro perdido, que no es lo mismo pero tampoco es igual. El libro está lleno de dibujitos en tinta negra y yo creo que así deben ser los libros y las palabras: dibujitos que salen de la cabeza o la boca o las manos y que van y se ponen a bailar en el papel, cada vez que el libro se abre, y en el corazón cada que el libro se lee. El libro es el regalo más grande que el hombre se ha dado a sí mismo. Pero volvamos a su libro de usted que yo tengo ahora. Lo leí con un cabito de vela que cargaba en la mochila.
El último tramo de pabilo se fue con esa página 262 (¡capicúa!, ¿no? ¿una señal?). Y entonces me recordé la frase aquella de Perón que me mandó y luego mi torpe respuesta y, más después, el libro que me envió. Y aquí la pena de contarle que el libro lo dejé botado en la "graciosa huida" de febrero. Y entonces me llegan este libro y las letras sobre el saber callar. Y yo ya llevo varias noches dándole vueltas al asunto, aun antes de que me llegara el libro. Y me pregunto si no llegó la hora de callar, si no será que ya se pasó el momento y ya no es el lugar, si no es la hora de morir la boca...
Y le escribo esto en una madrugada de mayo, pasado ya el 30 de abril de 1995, que es el día del niño acá en México. Nosotros los niños mexicanos celebramos ese día, las más de las veces, a pesar de los adultos.
Por ejemplo, gracias al supremo gobierno, hoy muchos niños indígenas mexicanos celebran su día en la montaña, lejos de sus casa, en malas condiciones de higiene, sin fiesta y con la pobreza más grande: la de no tener un lugar donde recostar el hambre y la esperanza.
El supremo gobierno dice que no ha expulsado a estos niños de sus hogares, sólo ha metido a miles de soldados en sus terrenos. Con los soldados llegaron el trago, la prostitución, el robo, las torturas, los hostigamientos. Dice el supremo gobierno que los soldados vienen a "defender la soberanía nacional" .
Los soldados del gobierno "defienden" a México de los mexicanos. Estos niños no han sido expulsados, dice el gobierno, y no tienen por qué sentirse espantados de tantos tanques de guerra, cañones, helicópteros, aviones y miles de soldados.
Tampoco tienen por qué asustarse, aunque esos soldados traigan órdenes de detener y matar a los papás de estos niños. No, estos niños no han sido expulsados de sus casas. Comparten el piso irregular de la montaña por el gusto de estar cerca de sus raíces, comparten la sarna y la desnutrición por el simple placer de rascarse y por lucir una figura esbelta.
  Los hijos de los dueños del gobierno pasan su día en fiestas y regalos.
Los hijos de los zapatistas, dueños de nada como no sea su dignidad, pasan su día jugando a que son soldados que recuperan las tierras que les quitó el gobierno, juegan a que siembran la milpa, a que van por leña, a que se enferman y nadie los cura, a que tienen hambre y, en lugar de comida, se llenan la boca de canciones.
Por ejemplo, esa canción, que les gusta cantar en la noche, cuando más cerradas son la lluvia y la niebla, y que dice, más o menos así:
"Ya se mira el horizonte,
combatiente zapatista,
el camino marcará
a los que vienen atrás"
Y, por ejemplo, en el horizonte aparece, marcando el paso, el Heriberto. Y atrás del Heriberto, por ejemplo, va el hijito del Oscar que lo llaman Osmar.
Y van, los dos, armados de sus dos varitas que pasaron a llevar de un acahual cercano ( "No son varitas" , dice el Heriberto y asegura que se trata de poderosas armas que son capaces de destruir un nido de hormigas arrieras que está cerca del arroyo y que le picaron al Heriberto y hubo de tomar represalias).
Avanzan el Heriberto y el Osmar en columna. Y por el frente opuesto avanza la Eva , armada de un palo que tiene la ventaja de convertirse en muñeca cuando el ambiente es menos bélico.
Y detrás de la Eva viene la Chelita , que levanta sus casi dos años apenas unos centímetros del suelo y que tiene unos ojos de venado lampareado que ya desvelarán, alguna noche, al tal Heriberto o al que se deje herir por destello tan moreno. Y atrás de la Chelita va un chuchito (perrito) que de puro flaco parece una marimba diminuta.
Y a mí todo esto me lo están contando, pero como si lo estuviera viendo al Wellington frente a Napoleón en esa película que se llamó Waterloo y, creo, salía el Orson Wells y al Napoleón lo derrotaban por culpa de un dolor de panza.
Pero aquí no hay Orson que valga, ni flanqueos de infantería, ni apoyo de artillería, ni defensa en cuadro contra las cargas de los de a caballo, porque tanto el Heriberto como la Eva han decidido optar por el ataque frontal y sin escaramuzas ni tanteos previos.
Yo estoy a punto de opinar que eso parece batalla de sexos, pero ya se está lanzando el Heriberto sobre la Chelita , evitando la carga directa de la Eva que se ve, de pronto, frente a un Osmar que no la espera cara a cara, ni de pie sino que está de lado y en cuclillas porque ahí no más le dieron ganas de cagar y la Eva proclama que el Osmar se cagó de miedo y el Osmar no dice nada porque ahora quiere montar el chuchito se le acercó a oler, y en el entretanto la Chelita se puso a llorar cuando vio venir al Heriberto y el Heriberto ahora no sabe qué hacer para que se calle la Chelita y le ofrece una piedrita de regalo ("Acaso es piedrita" , dice el Heriberto que asegura que se trata de oro puro) y la Chelita nada que para su chilladera y yo estoy pensando que hasta que le dieron una sopa de su propio chocolate al Heriberto cuando llega la Eva , en maniobra que llaman de "voltear la posición enemiga" , y le cae el Heriberto por la espalda (cuando Heriberto ya le está ofreciendo su arma antihormiga-arriera a la Chelita , la cual está considerando la oferta, entre chillido y chillido), y entonces, ¡pácatelas!, la muñeca-arma de la Eva llega en su cabeza del Heriberto y empieza la chilladera, (estereofónica, porque la Chelita se siente estimulada por los gritos del Heriberto y no se quiere quedar atrás), y hay sangre y ya viene la mamá de no sé quien, pero trae un cinturón en la mano y los dos ejércitos se desbandan y el campo de batalla queda desierto y en la enfermería declaran que el Heriberto tiene un chipote del tamaño de su nariz y que, como la Eva está intacta, ganaron la mujeres en esta batalla.
El Heriberto se queja de arbitraje parcial y prepara el contra-ataque pero no será hasta mañana porque ahorita hay que comer los frijoles que no llenan ni el plato ni la panza...
Y así pasaron el día del niño, dicen, los niños de un poblado que se llama Guadalupe Tepeyac. En la montaña lo pasaron, porque en su pueblo hay varios miles de soldados defendiendo "la soberanía nacional" . Y dice el Heriberto que, cuando sea grande, va a ser chofer de un camioncito y piloto de avión no quiere ser porque, dice, si se le poncha la llanta del carrito, ahí nomás te bajas y te vas caminando, en cambio si se le poncha la llanta al avión no hay para donde hacerse.
Y yo me digo que cuando sea grande voy a ser uruguayo-argentino y escritor, en ese orden, y no crea usted que será fácil porque lo que es el mate, no lo puedo tragar.
Pero no era esto lo que yo quería contarle. Lo que yo quería era contarle un cuento para que usted lo cuente:
Me enseñó el Viejo Antonio que uno es tan grande como el enemigo que escoge para luchar, y que uno es tan pequeño como grande el miedo que se tenga. "Elige un enemigo grande y esto te obligará a crecer para poder enfrentarlo. Achica tu miedo porque, si él crece, tú te harás pequeño" , me dijo el Viejo Antonio una tarde de mayo y lluvia, en esa hora en que reinan el tabaco y la palabra.
El gobierno le teme al pueblo de México, por eso tiene tantos soldados y policías. Tiene un miedo muy grande. En consecuencia, es muy pequeño. Nosotros le tenemos miedo al olvido, al que hemos ido achicando a fuerza de dolor y sangre. Somos, por tanto, grandes.
Cuéntelo usted en algún escrito. Ponga que se lo contó el Viejo Antonio. Todos hemos tenido, alguna vez, un Viejo Antonio. Pero si usted no lo tuvo, yo le presto el mío por esta vez.
Cuente usted que los indígenas de sureste mexicano achican su miedo para hacerse grandes, y escogen enemigos descomunales para obligarse a crecer y ser mejores.
Esa es la idea, estoy seguro que usted encontrará mejores palabras para contarlo. Escoja usted una noche de lluvia, relámpagos y viento. Verá cómo el cuento sale así nomás, como un dibujito que se pone a bailar y a dar calor a los corazones que para eso son los bailes y los corazones.
Vale. Salud y un muñequito sonriente, como ésos con los que firma.
Desde las montañas del Sureste Mexicano.
Subcomandante Insurgente Marcos 
P.D. de advertencia policiaca. Es mi deber informarle que soy, para el supremo gobierno de México, un delincuente. Por lo tanto mi correspondencia puede ser implicatoria.
Le ruego que se grabe usted el contenido de la presente, es decir, la encomienda que suplica, y destrúyala inmediatamente. Si el papel fuera de chicle, le recomendaría que lo comiera y, masticando, se pusiera a hacer esas bombitas de chicle que tanto escandalizan a las buenas conciencias, y que demuestran la falta de urbanidad y educación de quien las hace.
Aunque hay algunos que las hacen con la esperanza de que una de las bombitas sea lo suficientemente grande como para llevarlo a uno de esa ruta luminosa que, allá arriba, se alarga... como se alargan el dolor y la esperanza sobre el cielo de nuestra América.
P.D. improbable. Salude usted de mi parte, si lo ve, al tal Benedetti. Dígale usted, por favor, que sus letras, puestas por mi boca en el oído de una mujer, arrancaron alguna vez un suspiro como esos que echan a andar a la humanidad entera.
Dígale también, que quién quita y lo de "Marcos" fue por "el cumpleaños de Juan Ángel" .




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