domingo, 3 de junio de 2012

2 DE JUNIO DE 1537, EL DÍA QUE LOS INDIOS FUERON HUMANOS

2 DE JUNIO DE 1537, EL DÍA QUE LOS INDIOS FUERON HUMANOS
Mario A. Alonso
Paulo III terminó el último trozo de cochinillo y eructó vigorosamente en medio de una borrachera feroz, rodeado entre otros, de su hijo el duque Pier Luigi Farnese y sus dos nietos de 14 y 16 años, Alejandro Farnese y Guido Ascanio Sforza, a quienes había ordenado cardenales.
Ladeándose a la izquierda casi fue  a caerse encima del cardenal Gian Pietro Caraffa que seguía comiendo y bebiendo el vino traído de la campiña francesa.
Paulo susurró al oído:
-      Escúchame Pietro, ¿tu has visto bien a los indios en el último viaje?, yo creo que son iguales a los críos de Roma, a pesar de caminar en pelotas provocando la lujuria de todo hombre, he visto al salir la espada brotarle sangre como todo humano sangra…
El Papa número doscientos veinte se tambaleaba encima de la mesa, apoltronado en un sillón coronado por una cruz.
Era 2 de Junio de 1537 y aquel descendiente de Adán y Eva bautizado por sus padres Alessandro Farnese y rebautizado por la Santa Iglesia Católica con el nombre Paulo III batió palmas y todos los comensales hicieron silencio.
Como pudo se incorporó  y declaró ante lo más selecto del cristianismo que a partir de aquel momento, todos los indígenas del Nuevo Mundo gozarían del privilegio que decía que sí eran humanos.
A partir de ese día, los nativos de las Américas siguieron su destino de exterminio; muriendo humanamente empalados, devorados por los perros de guerra, ahorcados, descoyuntados amarrados a caballos o simplemente bajo la esfera brotada del caño de un arcabuz.
Las mujeres continuaron siendo humanamente violadas y sometidas a servidumbre por los enviados de la curia; todo les siguió siendo humanamente arrebatado, su territorio, sus libros sagrados humanamente quemados, su oro convertido en lingotes continuó siendo humanamente embarcado hacia el Viejo Mundo; pero según el derecho canónico, después de la bula papal "Sublimis Deus", todos tendrían la humana oportunidad de pasar la eternidad en el paraíso que La Santa Biblia mencionaba.