miércoles, 2 de marzo de 2011

Se viene otro 8 de marzo, Día de la Mujer Trabajadora

¿Y POR CASA CÓMO ANDAMOS?

Se viene otro 8 de marzo, Día de la Mujer Trabajadora, y ya nos estamos preparando para la publicidad que atestará las calles y pantallas televisivas rindiéndonos gran homenaje y pleitesía a las mujeres por tanta feminidad.
Pero cuando la limosna es grande, hasta el santo desconfía. y precisamente si revisamos nuestra experiencia cotidiana, podemos encontrar serios fundamentos a dicha desconfianza: nuestro lugar en la sociedad, como mujeres, sigue siendo de opresión y desigualdad. Para nosotras, el precio de tantos honores formales y públicos, un par de veces al año, suele ser una desgracia permanente en lo concreto, privado y familiar.
No tenemos mucho para festejar en esta fecha que se aproxima.
Las presidentas mujeres en la región o las denuncias pseudo preocupadas del imperialismo acerca del machismo en Medio Oriente (machismo que, dicho sea de paso, ellos mismos fomentaron aniquilando allí todo signo de progreso), no son más que velos que cubren una realidad que, para nosotras, desde lo profundo del proletariado, no es tan color de rosas ni tan "progre".
El Combatiente N°44
Conocido es el apodo que por tradición nos corresponde, sobre todo al momento de referirse a nosotras en cuanto a pareja de algún desdichado hombre víctima de la convivencia con una mujer: somos "la bruja". No sin odio notamos que esta vez, más que antes, ciertos hombres se lo han tomado en serio y reviviendo viejas tradiciones inquisidoras regresan la hoguera para las brujas. La triste "moda" -que ya se ha cobrado tres vidas y otras cinco que fueron internadas de gravedad en quince días-, consistente en que maridos o novios rocíen con combustible a sus parejas y luego las incendien, se ha extendido por todo el país, acaso por imitación del esposo de Wanda Taddei y ex baterista de Callejeros. En realidad, para el caso, poco importan las razones psicológicas que llevan a los asesinos a actuar con tal saña. En Ciudad Juárez de México, por ejemplo, la modalidad es violar y descuartizar mujeres. pero la forma, aunque macabra y sádica, vista desde la psiquis individual, no explica la cuestión de fondo que entraña la violencia sobre la mujer, porque el problema no es psíquico, como insinúan ciertas crónicas policiales y malintencionados analistas: el problema es social y está generalizado en todo el mundo en mayor o menor grado. Efectivamente, la violencia de género atraviesa absolutamente todos los recovecos de esta sociedad. Está en la familia, en el trabajo, en la escuela, en el hospital, en la calle....
Pero es en la familia, como hijas, y en la pareja, donde generalmente estamos más expuestas ante un posible agresor y a la vez más ocultas como víctimas ante los ojos de los demás.
El último peldaño de la agresión es el asesinato de la mujer, al que llamamos femicidio. Sin embargo, en un nivel menos drástico, existe por doquier un maltrato sistemático y cotidiano hacia nosotras. Por costumbre pesamos que cualquier ultraje que padecemos es una reacción aislada y particular de una persona fuera de sus cabales, pero no nos damos cuenta de que a menudo convivimos con un violento. Naturalizamos o justificamos los malos tratos.
La violencia se puede manifestar de diversas formas:
«Violencia física. Es la más visible, ya que puede ser percibida objetivamente por otros, debido a que habitualmente deja huellas externas. Esto ha supuesto que sea el tipo de violencia de género más comúnmente reconocido social y jurídicamente. Abarca cualquier acto no accidental, causado con las manos o con algún objeto o arma, como bofetadas, golpes, palizas, cortes, heridas, fracturas, quemaduras, asesinato. La violencia física es aquella que, además, facilita la toma de conciencia de la víctima.
Psíquica. La violencia psíquica va siempre acompañada de otro tipo de violencia. Implica una manipulación en la mujer, y se incrementa el control y la dominación del agresor, que es el objetivo último de la violencia de género. La violencia psíquica incluye amenazas, humillaciones, exigencias de obediencia, intentar convencer a la víctima de que ella es culpable de cualquier problema, insultos, control de las salidas de casa, humillaciones en público, descalificación constante de la mujer, retener el dinero, destrucción de bienes de la mujer, maltrato físico de mascotas, aislamiento.
Sexual. Se produce siempre que se imponga a la mujer una relación sexual contra su voluntad, ya sea completa o incompleta. Según Alberti y Matas, "se ejerce mediante presiones físicas o psíquicas que pretenden imponer una relación sexual no deseada mediante coacción, intimidación o indefensión". Aunque podría incluirse dentro de la violencia física, se considera que el objeto es la libertad sexual de la mujer, y no tanto su integridad física. Hasta hace poco, la legislación no contemplaba este tipo de agresiones como tales, siempre que se produjeran dentro del matrimonio.
Económica. En este tipo de violencia el agresor controla el acceso de la víctima al dinero. Impide a la mujer trabajar de forma remunerada o bien le obliga a entregarle sus ingresos, haciendo él uso exclusivo de los mismos.
Social. La violencia social es aquella en la que el maltratador limita los contactos sociales de su pareja, alejándola de su familia y amigos, aislándola de su entorno y limitando así un apoyo social importantísimo en estos casos.» (1)
El Combatiente N°44
Nos parece importante, en la misma línea de lo que precede, compartir las características de personalidad que, en general, presenta un maltratador:
«La característica más destacable es lo que se denomina "doble fachada", mediante la cual puede observar una conducta social aceptable mientras que, en el ámbito privado, despliega la violencia hacia su pareja. Esto hace que la mayoría de las personas no le crean a la mujer cuando por algún medio denuncia los episodios de violencia. El hombre violento se demuestra amable o excesivamente amable con sus vecinos y compañeros de trabajo, por lo cual tenderán a creer la versión de él, llegando a pensar que la mujer tiene sus facultades alteradas, etc. La mujer puede mostrarse confundida o desaliñada producto de muchos años de ser sometida a malos tratos. Puede, incluso, padecer diferentes trastornos psicológicos a causa de la violencia, mientras que él parece estar siempre impecable, coherente en su discurso, etc.
Generalmente el hombre niega su violencia, incluso frente a nosotros los profesionales. Es frecuente escuchar: "Puede que alguna vez la haya empujado", "sólo le pegué dos veces en mi vida". Es importante destacar que no sólo niega su violencia, sino que niega y minimiza las consecuencias de la misma. No tiene ningún registro del daño infligido. Escuchamos esta frase: "Porque le grité fuerte mire el lío que hizo. Me puso una denuncia por violencia familiar, dice que yo le pego". Cuando reconoce su violencia lo hace en un pequeño grado: "Es cierto doctor, el otro día le pegué por primera vez por lo cual estoy arrepentido, pero creo que nunca más volverá a suceder".
La justificación es otro componente típico y el argumento de la provocación es clásico. "Es cierto doctor, a veces le grito o la insulto, pero es porque ya me tiene harto con sus provocaciones", "Mi mujer también es violenta pero de palabra, yo no sé por qué no se hace ver por un psiquiatra". De esta manera el hombre logra poner la culpa en lo externo y no responsabilizarse por sus actos. Puede hacerlo también a través de otras justificaciones "tengo muchos problemas económicos y no me alcanza la plata, por eso estoy nervioso y contesto mal", "nosotros nos llevamos bien pero es mi suegra la que siempre se mete en nuestra vida", "mi esposa tiene poco carácter, entonces yo reacciono mal".
Dentro de las conductas violentas se encuentra el control de las actividades de la mujer. El hombre no tolera que ésta lleve a cabo actividades que tienen que ver con su independencia, quiere mantener todo bajo control. Tiene una excesiva dependencia emocional de su pareja, por eso le resulta intolerable que ella se vaya, lo abandone. él interpreta todas las actividades de ella como abandono y por lo tanto tienen el componente de los celos. Siente celos si ella les dedica mucho tiempo a los hijos, a hablar con sus amigas, con su madre, si tiene un trabajo o estudia, con los compañeros de trabajo, etc.
Generalmente el hombre trata de aislar a su grupo familiar y a su pareja del contacto con otras familias y por tanto limitar el contacto social al mínimo produciendo así un"cerco" sobre la mujer. "No sé por qué te vas a ver con tus amigas, seguro son todas putas", "No quiero que vayamos a lo de tu vieja, los fines de semana son para descansar en familia", etc.» (2)
Hacemos este sencillo aporte porque somos conscientes de que las instituciones del estado burgués no nos amparan: la policía mira para otro lado ante las innumerables denuncias; la justicia actúa adrede con demora en los casos de violencia de género, dando siempre la posibilidad al maltratador de que modifique la escena del crimen y luego encubriendo los femicidios bajo la figura de "crímenes pasionales".
El estado no garantiza trabajo en general ni para hombres ni para mujeres; para nosotras eso significa no contar con medios económicos y tener que seguir material y mentalmente entre las cuatro paredes de la casa, mundo cerrado y hostil. Para ellos la desocupación significa una frustración generadora de más violencia, la que probablemente se descargue en la pareja o en la familia.
El Combatiente N°44
Tampoco el estado provee de asistencia social digna para nuestros hijos e hijas, lo cual nos aliviaría aunque sea un poco de las tareas que nos atan al hogar y nos llevan al aislamiento doméstico. La educación que hemos recibido y que hoy reciben nuestros hijos e hijas está lejos de advertirnos y prepararnos para erradicar el tipo de problemas aquí tratado; por el contrario, la educación formal es un cúmulo de prejuicios y mentiras machistas, mientras que la educación informal que mamamos en la familia, en los medios de comunicación y en el "sentido común" de la calle reproduce los mimos clichés machistas, sin que el estado haga nada para generar una propaganda seria que los cuestione.
La iglesia ha trabajado y trabaja enormemente para que las mujeres no despertemos jamás a nuestra independencia respecto del varón, trabaja amparada en una práctica rancia y patriarcal que tiene sus cimientos en la misma doctrina ("Las casadas estén sujetas a sus maridos como al Señor, porque el marido es cabeza de la mujer, como Cristo es cabeza de la Iglesia y salvador de su cuerpo", por dar sólo un ejemplo de los innumerables pasajes bíblicos en este mismo tono).
A pesar de que hay muchas mujeres y hombres comprometidos con la problemática de género y que trabajan en los departamentos de género del gobierno, en los hospitales públicos o haciendo investigaciones sociales, por ejemplo, queda claro quedesde el estado no hay ninguna política real y seria para solucionar la realidad de las cuanto tales. La burguesía mundial y sus estados tienen especial interés en mantener nuestra sumisión y la supremacía individualista del hombre por diversas causas políticas y económicas.
Ante tanta carencia, nuestra única herramienta en lo inmediato pareciera ser la solidaridad entre quienes vamos tomando conciencia y estamos dispuestas y dispuestos no sólo a difundir lo que nos pasa, sino a darnos una mano cuando alguna de nosotras está en situación de riesgo. La violencia de género tiene diversos grados y hay que estar alertas: no debemos esperar a que nos sigan quemando como brujas para hacer algo, para buscar ayuda o para ofrecerla.
Sin embargo, la ayuda voluntarista entre las y los más conscientes, no deja de ser un remiendo a una situación que debe ser abordada desde el estado como una de sus funciones indelegables. Todos los poderes del estado burgués fallan: el poder Ejecutivo, cuando no usa sus facultades para detener a violadores, apropiadores de menores para la trata, abusadores y golpeadores, cuando dilata las medidas decididas por los jueces y permite la fuga y la profugación de los responsables, y cuando no controla cómo funcionan las pocas "comisarías de la mujer" y consiente que la burocracia prime por sobre los intereses de las mujeres en riesgo; el Poder Legislativo cuando no crea leyes específicas de protección para las mujeres y sus hijos que garanticen la seguridad de sus vidas; el Poder Legislativo cuando dilata los procesos, los pedidos de capturas, los j uicios por alimentos y exclusión del hogar de los violentos y cuando no facilita reales abogados gratuitos que asuman la defensa de las miles de mujeres en riesgo que acuden a ellos y son descartadas con respuestas formales y burocráticas.
El Combatiente N°44
Mientras, y más temprano que tarde, debemos animarnos a romper el cerco. Hoy tenemos las herramientas para cuestionar la dominación patriarcal sobre nosotras y contamos con el triste legado de miles de mujeres que con su vida y su muerte "facilitaron" que el tema de la mujer sea un poco más "visible" que antes. También tenemos las condiciones para organizarnos política y socialmente, además de la capacidad para hacerlo. Debemos exigir que el estado cumpla con sus deberes, organizándonos para el reclamo permanente hasta conseguir detener la ola de femicios crecientes en el país.
Sólo nos resta acabar con nuestra propia pasividad y comenzar. De nada nos sirven los discursos que escuchamos y escucharemos. EXIGIMOS HECHOS y no promesas. Y, para eso, debemos recordar que día de la mujer son todos, especialmente cuando ahora de lo que se trata es de detener la muerte de tantas de nosotras.
1) http://violenciagenero.wordpress.com/informate/tipos-de-violencia-de-genero/
2) http://www.aaps.com.ar/dinamica/10/Payarola.htm





Por Libertad sin apellido

EL MUERTO

Apenas dos días antes caminaba lento en medio de los frutales. 
Encorvado, arrastrando un poco los zapatos. 
Llamaba al gato. 
Estaba viejo, pero vivo, estaba flaco y fumaba como antes. 
Ahora impresiona un poco verlo tirado en el piso de tierra, de cara al sol, mirando eternamente el cielo diáfano de verano. 
Mira el cerro; parece que mira, pero ya no ve nada. 
El perro insiste con los cordones de los zapatos que apenas dos días antes se arrastraban entre los frutales cuando él llamaba al gato. 
Las moscas inclementes han hecho su tarea aportando a la funesta visión. 
Dos tipos se llevan el cuerpo.

MARIO A. ALONSO

EN OTRO SUEÑO


Leyó sus ojos y comprendió. La distancia era orgánica, material. Podía olerla, palparla, hacerla suya. Podía penetrar con sus dedos en la corteza dura. No quiso. No quiso deshacer esa rocosidad hecha de alaridos mudos. De manos sueltas. De pieles desteñidas. Y como si no le importara, como si el dolor se hubiera perdido en esa distancia, aspiró su perfume a nunca más y se subió a otro sueño.

Cristina Conti