lunes, 21 de febrero de 2011

EL MONO

 El Mono se rasca el pescuezo,
arrastra resaca y sueña arañas.
Responde al timbre sin rodeos, casi muerto,
pero está viviendo, respira puro aire.
A dos pasos del catre despierta contra el vidrio,
sufre el roce interno, traga amargura
y sale a ver el sol que ya no está.

Autopista gris dura y calcinada,
pisoteado de muchedumbre piensa cosas.
Trescientas cuadras repetidas le golpean el culo,
el Mono llega a la selva y lo saludan los leones,
el resto de los monos tiemblan de miedo,
pero va duro pensando cosas sin sentido,
luna redonda atajo arriba.

La puerta entreabierta del Tigre Ledesma,
vela encendida en el rojo interior, en la quema,
aturden al Mono los grillos, molestan el tímpano.
Urgido, traga puro moco, avanza.
El Tigre no ruge hinchado en la mesa,
todo blanco de muerte y sales descansa animal, para siempre.
El Mono duda, la fruta escasa y descuidada tienta.

Tiembla, las fieras acechan en algún lugar,
mira un poco más y vuelva a tragar,
no para de tragar raspando la garganta,
El Mono corre al Tigre muerto,
da pena la fruta perdida, el miedo arrecia las ganas.
Corre el Mono por la selva,
le rugen los leones,
sabe que no volverá,
murió el verdulero.
MARIO A. ALONSO

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