GRACE AKALLO NIÑA SOLDADO
Mario A. Alonso
En algún bosque de África nació el
primer humano, que en realidad fue mujer y tres millones de años después la
bautizaron Lucy.
Grace, como Lucy, nació en algún
bosque de África, pero en lugar de Etiopía fueron a parirla en Uganda.
Creció en esa tierra de colores,
donde las mujeres visten largos y policromáticos vestidos, llevando sobre sus
cabezas tinajas con agua o plátanos.
Allí nació aquella niña que además de
Grace se llamaba Akallo, y jugó en medio de la sabana, cerca de jirafas e
hipopótamos y bailó como se baila en Uganda desde que naciera la primera mujer.
Grace jugó hasta cumplir los trece
años, en el lapso que tardaba el año mil novecientos noventa y seis en
transformarse en noventa siete.
El día en que cumplía sus treces, Caesar
Achellam, lugarteniente de Joseph Kony fue hasta la aldea a cazar niños y
niñas, para que en nombre del Ejército de Resistencia, y en el nombre del Señor
Jesucristo fueran entrenadas en el noroeste de Sudán para matar, saquear y violar.
Cazada como gacela, fue violada en
varias ocasiones y se convirtió en valiente leona que peleo, asesino y mutiló a
tantos que ya ni les recuerda la mirada.
Ella y las ciento treinta y nueve
niñas que junto con ella fueron secuestradas del Colegio Santa María, en el
estado de Aboke, pronto aprendieron a disparar los AK-47 rusos, los G3
alemanes, los FN-FAL belgas, las metralletas checas y las granadas serbias
propulsadas por cohetes /RPG que les proveen vendedores europeos a través de
traficantes africanos y les fue ordenado marchar en el frente de combate como
carne de cañón o de fusil.
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Nosotras
éramos las que teníamos que pelar. Si se te acababan las balas, debías de ir a
recoger el rifle y las municiones de tus compañeros que habían muerto. Si regresabas,
sabías que te iban a matar – Dice Grace Akallo
Las niñas soldado sintieron en sus
cuerpos como la historia se repite una y otra vez, soportando violaciones por
parte de los líderes del grupo en el nombre del Señor.
Si producto de una violación resultaban
embarazadas ya no eran aceptadas en las comunidades y las que enfermaban contagiadas
de HIV esperaban la muerte irremediablemente.
Akallo fue rescatada junto a otras
ciento nueve niñas, también en el nombre del Señor Jesucristo.
Ahora cuenta su historia sin
expresiones rimbombantes en el rostro.
Por las noches las niñas soldado sueñan
que vuelven a la sabana y los colores de los vestidos de las mujeres ugandeses
y las vacas de larguísimos cuernos que recorrían la inmensidad del África en su
niñez les embriagan hasta hacerlas sonreír .
Ni Grace ni sus compañeras desean
despertar, sueñan que siguen teniendo trece años y en esos sus sueños la guerra
nunca ocurre.
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