EL
SAPITO QUE QUERIA SER COCODRILO
Cuento del Subcomandante
Insurgente Marcos
"Había una vez un
sapito que no estaba conforme con su ser sapito y que quería ser cocodrilo.
Entonces fue al pantano a buscar al cocodrilo y le dijo: "Yo quiero ser
cocodrilo". El cocodrilo le contestó: "No puedes ser cocodrilo porque
de por sí eres un sapito". "Sí -dijo el sapito-, pero yo quiero ser
cocodrilo. ¿Qué necesito hacer para ser cocodrilo?" El cocodrilo le dijo
"No hay que hacer nada, uno nace cocodrilo y así es de por sí, un
cocodrilo es un cocodrilo". El sapito le dijo: "Pero yo no quiero ser
sapito, yo quiero ser cocodrilo. ¿Usted sabe en dónde o con quién me puedo
inconformar por ser sapito y que me dejen ser cocodrilo?" "No sé, tal
vez el búho sepa", respondió el cocodrilo. Y entonces el sapito fue a
buscar al búho en el bosque. Ahí se encontró con otro sapito y le preguntó por
el búho. "Ese sólo trabaja de noche -le respondió el otro sapito-, pero
ten cuidado cuando hables con él porque el búho come sapitos". Entonces el
sapito esperó a que llegara la noche y mientras esperaba se hizo una su
fortificación para protegerse de los ataques del búho. Puso una piedra encima
de otra y así hasta que se hizo una pequeña cuevita y ahí se metió. Cuando
llegó la noche también llegó el búho, y el sapito, desde dentro de su cueva le
preguntó: "Señor búho, ¿usted sabe con quién o dónde me puedo inconformar
por ser sapito y exigir que me dejen ser cocodrilo que es lo que yo quiero
ser?". "¿Quién me habla y de dónde?", preguntó a su vez el búho.
"Yo soy y aquí estoy", respondió el sapito, y el búho se abalanzó
para cogerlo con sus garras, pero como el sapito estaba dentro de la cueva, el
búho sólo agarró una piedra y se la comió pensando que era un sapito lo que
comía. Entonces el peso de la piedra hizo que el búho se cayera al suelo y que
mucho le doliera la barriga. "Ay, ay -decía el búho-, ayúdame a sacarme
esta piedra de la panza porque si no no puedo volar". El sapito le dijo
que le ayudaría sólo si le respondía su pregunta. "Ayúdame primero y luego
te respondo", le dijo el búho. "Naranjas -dijo el sapito-, primero
dime, porque si te ayudo a sacar la piedra primero entonces me vas a comer y ya
no me vas a responder".
"Bueno -dijo el búho-,
te voy a responder: con el que tienes que inconformarte es con el león, él es
el rey y sabe por qué cada quién es cada cual. Ahora ayúdame a sacar la
piedra". "Never de limón la never -respondió el sapito-, porque si te
saco la piedra te vas a seguir comiendo sapitos". "Ahí está -dijo el
búho-, de balde te quieres inconformar, todavía te preocupas de los sapitos y
tú ni siquiera quieres ser sapito". Pero el sapito no le hizo caso y se
fue a buscar al león.
El león vivía en una cueva y
el sapito pensó que no fuera a ser que el león comiera sapitos y tuvo una idea.
Se mojó en un charquito y se revolcó en la tierra y así quedó disfrazado de
piedrita. Cuando el león salió de su cueva, el sapito le dijo "Señor Rey
León, vengo a inconformarme porque soy un sapito y yo quiero ser un
cocodrilo". "¿Quién me habla?", preguntó el León. Y el sapito le
respondió "Yo soy". "Pero tú eres una piedrita, ¿qué es toda esa
historia de sapitos y cocodrilos?", le dijo el León. "Pues vengo a
inconformarme porque uno no es lo que quiere ser sino lo que de por sí
es", dijo el sapito. "Así es de por sí -dijo el León-, uno es lo que
es y no puede ser otra cosa. Lo único que se puede ser es ser bien lo que uno
es", dijo el León bostezando filosóficamente. En eso empezó a llover y el
lodo que cubría al sapito se lavó y se vio claro que era un sapito y no una
piedrita. El sapito no sabía si los leones comen sapitos y mejor se fue
saltando de regreso a su charca.
Muy triste iba el sapito,
brinca brincando, porque uno es lo que es y no puede ser otra cosa y porque lo
único que puede ser es ser bien lo que uno es. Tristeando en eso que pensaba,
llegó el sapito a su charca y rápido fue a buscar al cocodrilo. Cuando llegó al
pantano no encontró al cocodrilo. Lo buscó por todos lados y no lo encontró. Le
preguntó a los otros animales y éstos le respondieron "¿No sabías? Al
cocodrilo lo encontró un cazador y ahora es un par de zapatos y una bolsa de
piel de cocodrilo..." El sapito quedó pensando y, cuando todos pensaban
que iba a decir que qué bueno que no era cocodrilo y qué bueno que era sapito,
exclamó: "¡Eso es trascender el ser animal y no fregaderas!". Y se
puso a estudiar y a practicar para ser un buen cocodrilo. Parece que lo hizo
bastante bien y logró engañar a un cazador.
Dicen que el sapito es ahora
un monedero carísimo. "Es de piel de un cocodrilo muy especial", dice
la señorona que lo compró.
Moraleja: Del
tamaño del sapo es la pedrada. Tan-tan."
La Mariya se aburrió y se
fue cuando el sapito apenas iba a ver al búho.
La Mar se ha quedado (no le
queda otro remedio) hasta el final del cuento.
-Ya cálmate Esopo-, se
burla.
Soy un incomprendido, no cabe
duda.
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