“El
verdadero oro es la Cordillera tal como está, de eso ¿no se dan cuenta?”
Versión y extracto libre del
libro Perú: Crónica de un engaño - Los intentos de enajenación del territorio
fronterizo awajun en la cordillera del cóndor a favor de la minería.
Encargados por Pizarro, los conquistadores
entraron en Bracamoros en 1536 y de allí, resultó entonces la fundación efímera
de Jerez de la Frontera en las inmediaciones del Pongo de Rentema, en la
confluencia del río Marañón y el Chinchipe luego refundada en 1543 como Nueva
Jerez de la Frontera., territorio ocupado por la etnia Jibaro.
Las crónicas cuentan que de antaño, todo el
esfuerzo Inca fue vano en el propósito de conquistar definitivamente la región
ocupada por éstos pueblos.
El imperio Inca nunca llegó a tener control del
actual territorio Awajún, aunque sí
integró administrativamente, por medios
militares y de alianzas políticas, a algunos
segmentos Palta y Guayacundo del conjunto
Jívaro andino.
Aún hoy en día los pueblos Jívaro, entre ellos
los Awajún y Wampis, ostentan
una reputación de pueblos guerreros que se
afirman en su firme decisión de defender
sus territorios.
El fulgor de los depósitos de oro llenaban los
sueños de Pizarro y sus huestes.
También fue ese resplandor el que impidió que
vieran el verde de las selvas, la grandeza de las montañas y el poder de los
ríos impetuosos.
También iban ciegos a esas culturas milenarias
que de ningún modo cedieron la porción de planeta que el Dios les había dado en
custodia.
Resultaba asi, que allí donde los españoles
hacían “descubrimientos” y fundaban ciudades la población indígena quedaba
sujeta a las encomiendas y el encomendero, quien recibía el derecho de cobrar
los tributos a los que estaban obligados los indígenas desde los 14 años, como
vasallos “libres” del rey español.
Relata entonces el jesuita Velasco, que en 1599
ocurrió un levantamiento general de Jívaros, aliados con el solo fin de expulsar
a los españoles.
El éxito fue tal que varias ciudades ocupadas
quedaron aisladas en las comunicaciones.
También cuenta que en respuesta a la ambición
desmedida por el oro, los alzados vertieron oro fundido líquido en la boca de
un encomendero de Pizarro.
Fue recién cerca de 1970 que fueron
redescubiertos en la zona de Nambija (Ecuador), en el flanco más occidental de
la Cordillera, una veta de oro de muy buena ley en sitios antiguos de laboreo Inca,
y hacia allí volvió el blanco con la misma ceguera de antaño; y muchos
volvieron a beber el oro líquido.
El resto pueden estudiarlo quienes quieran
profundizar la cuestión, pero todo esto viene a cuento, porque seria un buen
remedio para quienes hoy, cegados por el poder del dinero y el “progreso” no
dudan en destruir los territorios ancestrales, reprimiendo, hiriendo y matando
a nuestros hermanos y hermanas Mapuches de Neuquén.
Para quienes con tanta sed añoran el petróleo
de Vaca Muerta, bien les sentaría un buen trago de petróleo crudo, para probar
que beber petróleo, como también oro líquido solo conduce a la muerte.
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