Edvard Munch escuchó que el cielo gritaba.
Ya había pasado el crepúsculo pero el sol persistía, en lenguas de fuego que subían desde el horizonte, cuando el cielo gritó.
Munch pintó ese grito.
Ahora quién vé su cuadro se tapa los oídos.
El nuevo siglo nacía gritando.
EDUARDO GALEANO - ESPEJOS
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